Octavio Herrera Pérez
Debido a su prestigio e indiscutible
importancia económica, desde siempre se ha considerado la fundación del puerto
de Tampico en 1823 como un episodio singular, que en apariencia inauguró una
etapa de gran dinamismo mercantil que definió en lo sucesivo las
características del extremo sureste de la entidad, al menos hasta el presente.
Y, por el contrario, la gesta fundacional encabezada por el ayuntamiento y el
vecindario de Altamira, de establecer una población a orillas del Pánuco, se ha
visto como un acto anecdótico, bucólico, que apenas merece unas líneas en el
preludio histórico de Tampico; cuando en realidad en ese lugar se generaron las
condiciones claves que permitieron la creación y consolidación del puerto jaibo.
Vista de la Plaza de Armas de la Villa de Altamira y de la iglesia de Nuestra Señora de las Caldas, dedicada al Señor de Santiago durante la Guerra de Independencia. |
La barra del Pánuco o
de Tampico
De acuerdo a los mitos prehispánicos, la boca
del Pánuco fue punto de arribada nada menos que del dios Quetzalcóatl, lo que
hizo de este sitio un lugar venerable en el México antiguo. Hace quinientos
años los primeros navegantes españoles detectaron la poderosa afluencia fluvial
de esta corriente en el mar y la llamaron igual como los indios huastecos la
conocían desde hacía milenios, e incluso el conquistador Hernán Cortés en 1522
hizo llamar “Pánuco” a la provincia asentada en esta región costera. Vendría
luego el establecimiento de la villa de San Luis de Tampico, en la margen
derecha del río, que se mantuvo de manera precaria y como un simple villorrio
desde el siglo XVI hasta el XVIII, amenazada por los piratas que le disputaban
la gloria y el oro al imperio español. Para su defensa se proyectó construir
una fortaleza en la barra, pero no se concretó, como tampoco se autorizó su
funcionamiento como puerto, aunque furtivamente de repente llegaba algún barco
de contrabando.
El lindero sur del
Nuevo Santander
Al fundar el coronel José de Escandón la Villa
Altamira en 1749 se definió el alcance territorial del Nuevo Santander hasta la
barra del Pánuco, pero sin que proyectara de ningún modo una habilitación
portuaria sobre el río, ya que por un lado había una prohibición tácita en ese
sentido, como también porque él deseaba empeñar todos sus esfuerzos e
influencia para crear un puerto, pero en la barra de Santander o Soto la
Marina, lo que tampoco pudo lograr. Así transcurrió la segunda mitad del siglo
XVIII, caracterizada a nivel global por crecientes tensiones geopolíticas en
Europa y América del Norte, que dieron como resultado una revolución en Francia
y la emancipación política de las Trece Colonias, de las que surgieron los
Estados Unidos. Todo esto pronto tuvo repercusiones en el Golfo o Seno Mexicano,
debido a que España se vio obligada a liberalizar gradualmente su comercio,
monopolizado hasta entonces por el nudo gordiano del puerto de Veracruz. Fue
así que se autorizó la apertura de la barra de Tampico a los navíos que
comerciaban sal de Campeche, lo que era un contrasentido, pues en Altamira
había importantes yacimientos salinos que eran explotados por su vecindario y
de los pobladores de Pueblo Viejo (como se llamó después al antiguo San Luis de
Tampico), los que pagaban antiguamente a la corona una cantidad para solventar
los gastos de la Armada de Barlovento, que combatía los piratas. Pero ahora ya
no existía esta amenaza y en cambio el contrabando comenzaba a ser una
realidad, anclando los barcos en el paraje del Humo, ante de los bigotes de los
funcionarios coloniales.
La guerra de
independencia y la apertura portuaria de facto
Soldados realistas durante Guerra de Independencia |
La
villa de Altamira se configuró así en un verdadero puerto de altura, a pesar de
encontrarse tierra adentro, pero a la que se podía llegar por agua en grandes
lachas desde el Humo o desde el paraje de “Tampico el Viejo” (eufemismo alusivo
a una pesquería sin importancia ya desaparecida, nombre que después, como se
verá, se utilizó como argumento para justificar el “repoblamiento” de Tampico
en 1823), a través de las lagunas de Champayán, Chairel y el brazo del río
Tamesí que penetraba al Pánuco. Fue una corta pero lucrativa época de oro en
Altamira. Se terminó de construir el imponente inmueble de la iglesia
parroquial, al que se cambió de advocación, antes dedicado a Nuestra Señora de
las Caldas, pero ahora adjudicado al caballero Santiago Apóstol, defensor de la
cristiandad y de la corona española. También se formó una poderosa élite local,
representada en las figuras personales de Cayetano Quintero, José Antonio Boeta
y Salazar, Juan de Villatoro, Andrés de Lagos y Pedro Paredes y Serna.
El sacrificio de
Altamira: la fundación de Tampico
En 1820 y en el marco del restablecimiento de
la Constitución de 1812, las Cortes españolas declararon habilitada la barra de
Tampico al comercio exterior. Para la villa de Altamira el problema era que
desde 1818 el virrey conde de Venadito había formalizado el establecimiento de
una aduana en el Pueblo Viejo y por tanto llevaba ventaja cuando llegó la hora
de la independencia. Sin embargo, fue tan breve el imperio de Agustín de
Iturbide que no se refrendó la existencia de una aduana nacional en este lugar.
Fue el momento que aprovechó Altamira, al obtener de Antonio López de Santa
Anna, a la sazón en rebeldía contra Iturbide y de paso por aquí en tránsito
entre Veracruz y San Luis Potosí, la autorización para fundar una nueva
población con grandes potencialidades portuarias a orilla del Pánuco, lo que
ocurrió el 12 de abril de 1823. Este acto se hizo con la plena conciencia que
de llegar a consolidarse este asentamiento, la villa de Altamira se eclipsaría.
Y así ocurrió, cuando en 1824 el Congreso de la Unión decretó el
establecimiento de la aduana marítima en la nueva ciudad de Santa Anna de
Tampico. Debió pasar un siglo y medio, con la construcción del puerto
industrial de Altamira, cuando esta antigua villa colonial, volvió a desplegar
sus alas como una verdadera Ave Fénix de la modernidad, porque es allí donde
está ahora el palpitar económico y el mayor horizonte de futuro en la más
grande conurbación de Tamaulipas.