Orígenes
de la economía azucarera en Xicoténcatl
Octavio Herrera Pérez
La génesis de la
economía azucarera en Xicoténcatl fue consecuencia de los cambios políticos que
se experimentaron en la conducción del ingenio de El Mante en 1939. Hasta ese
momento dicha empresa funcionaba como un negocio privado, cuyos accionistas
principales estaban ligados a varios de los miembros de la gran “familia
revolucionaria” en el poder, entre ellos el propio ex presidente Plutarco Elías
Calles, por lo que el presidente Lázaro Cárdenas
expropió el ingenio al demostrarse el uso patrimonialista de recursos públicos
en la creación de dicha empresa. Sin
embargo, varios de los socios del ingenio
conservaron su influencia política, particularmente Aarón Sáenz, un
abogado regiomontano ligado tempranamente al general Álvaro Obregón, quien fue
secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Calles y gobernador de
Nuevo León. Como empresario se vinculó al negocio de la producción azucarera.
En 1935, Sáenz era regente de la Ciudad
de México, y enseguida ocupó la
dirección del Banco Azucarero y de la Compañía Azucarera del Mante, hasta su
expropiación. Como dirigente empresarial, en 1937 transformó el sector
azucarero en la Unión Nacional de Productores de Azúcar, S.A. (UNPASA).
Volviendo al caso del ingenio de El Mante,
las propias relaciones políticas y las garantías legales a las que apelaron sus
accionistas originales, lograron que la Suprema Corte de Justicia de la Nación
les otorgara un amparo contra la expropiación. Eran los años de la “unidad
nacional” que postulaba el presidente Manuel Ávila Camacho, cuando se resentían
los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto Sáenz impulsó un acuerdo
con los accionistas afectados para hacer una propuesta de venta a la
cooperativa (en realidad al gobierno federal), en vez de retomar el control del
ingenio.
La venta del ingenio del Mante tuvo lugar
en un momento clave para la industria azucarera mexicana, porque en vez de que
hubiera azúcar sobrante en el mercado, ahora había escasez, por la demanda que
generó la guerra. Ante esta coyuntura,
Aarón Sáenz, como director general de la UNPASA, proyectó la construcción de
dos ingenios. Esta idea fue respaldada por el presidente Ávila Camacho, con
créditos de Nacional Financiera y recibió un préstamo del Export and Import
Bank de Washington. Sin embargo, en Xicoténcatl todo estaba por hacerse. No
había ninguna clase de infraestructura hidráulica, ni electrificación
suficiente y ni siquiera carreteras asfaltadas. Esto motivó una movilización
local, agrupados en la Sociedad Local de Crédito Agrícola, que al enterarse del
proyecto del ingenio acudieron al secretario de Agricultura, ingeniero Marte R.
Gómez, y al propio Sáenz, para pedirles que el ingenio se construyera en
territorio del municipio. Así, en junio de 1945 llegaron a Xicoténcatl varios
funcionarios, entre ellos dos representantes del Banco de Ahorro Nacional, que
elaboraron informes sobre la infraestructura fluvial y terrestre que se
requeriría para establecer el ingenio. Para ese momento se había integrado ya
un Comité Pro-Ingenio Xicoténcatl. El problema fue que la Comisión Nacional de
Irrigación negó inicialmente el derecho de agua del sistema de Río Frío como
parte del proyecto. No obstante, las gestiones del ingeniero Gómez convencieron
al vocal ejecutivo de la CNI, de aprobar el establecimiento del ingenio. Así,
el comité recibió la concesión de un metro de agua del río Frío, cuyo volumen
cruzaría el Guayalejo por medio de un sifón ubicado en el rancho Las Adjuntas a
500 metros aguas debajo de la afluencia del río Sabinas. A este flujo se agregarían las aguas del distrito
de riego número 029 fue iniciado en 1939 por la Comisión Nacional de Irrigación
(El Conejo), terminado a mediados de
1941; y se planeó la construcción de una presa de almacenamiento aguas arriba,
en la Clementina.
Resuelto el escollo del agua, Aarón Sáenz
visitó Xicoténcatl e hizo un detallado recorrido de campo. Él conocía la
región, particularmente la comarca de El Mante, y sabía de las virtudes de
estos terrenos para producir caña de azúcar, por lo que inclinó su decisión por
establecer aquí el nuevo ingenio, a pesar de que prácticamente
se empezaría de cero; y, sin duda, el apego que le tenía a esta parte de
Tamaulipas influyó también, porque su retorno representaría una auténtica
reivindicación. De regreso a la ciudad de México, Sáenz
convenció a sus antiguos socios –recién capitalizados por la venta del ingenio
del Mante– y a otros nuevos interesados, en invertir en el proyecto del ingenio
en Xicoténcatl. Se creó así, en diciembre de 1945, la Compañía Azucarera del
Río Guayalejo S.A., la que tendría por objeto producir azúcar y alcohol, con un capital constitutivo de 10
millones de pesos y un capital social de 22.5 millones. El ingenio Xicoténcatl
inició sus operaciones en 1947. El diseño de la obra fue desarrollado por
empresa Fulton Iron Works. La primera zafra comenzó el 2 de febrero de 1949 y
terminó el 10 de junio del mismo año. Para recogerla, fue necesario contratar
toda la gente posible del lugar y a trabajadores calificados de fuera, por la
insuficiencia de fuerza de trabajo en la localidad. Finalmente, sus áreas de abastecimiento
de caña de azúcar se distribuyeron en una zona de aprovechamiento de 10,467
hectáreas, dividido en cuatro sistemas de riego: dos del río Guayalejo, y los
ríos Frío y Sabinas. La capacidad del Ingenio era de 3,500 a 4,000 toneladas de
caña diarias y en 120 días de zafra producía de 40 a 50 mil toneladas anuales.
En 1949 se molieron 220,000 toneladas en el primer año de prueba, con una
producción de 20,000 toneladas de azúcar refinada y en los años siguientes se
duplicó esta cantidad. Sin embargo, la sequía de 1950 obstaculizó alcanzar la
producción del año anterior, por lo que se llegó a sembrar en las márgenes del
Guayalejo, con un coste ecológico que en ese momento nadie advirtió.
Los inicios del ingenio de Xicoténcatl no
fueron fáciles por diversos factores, entre otros la escasez de agua ya citada.
Y es que las obras de riego y la construcción del ingenio se retrasaron y las
primeras zafras fueron limitadas, por lo que la mayoría de los accionistas
empezaron a separarse de la compañía, soportada casi solo por Aarón Sáenz. No
obstante, la construcción del ramal del ferrocarril de Estación Calles vino a
paliar su aislamiento, lo mismo que la construcción del vado sobre el Guayalejo
y la conexión de una vía asfaltada con la Carretera Panamericana. Finalmente,
en los años cincuenta el ingenio de Xicoténcatl se fue convirtiendo en un
negocio productivo y solvente, de modo que para 1955 era el cuarto ingenio del
país por su producción de azúcar, por debajo solamente de San Cristóbal,
Emiliano Zapata y El Mante. Las cifras hablan por sí solas: en 1951 la molienda
fue de 258,000 toneladas y 32,800 toneladas de azúcar; en 1955 se molieron
559,454 toneladas de caña, cuya producción fue de 57,774 toneladas; entre 1959
y 1960 se obtuvieron 75,546 toneladas de azúcar, con una molienda de 753,750
toneladas de caña. En suma, tuvieron que pasar doce años para que se alcanzara
una producción media de 753,000 toneladas de caña y 76,000 toneladas de azúcar.
Y, fueron necesarios 21 años para alcanzar la producción máxima: 1, 144,560
toneladas de caña y 100,299 de azúcar en la zafra 1968-1969. La destilería para
elaborar alcohol de 96° Gay Lussac tenía una capacidad de 25,000 litros en cada
veinticuatro horas, alcanzando una producción de 1,260,000 litros por zafra.
Igualmente, se estableció una planta piloto de celulosa que en un principio ha
rendido cuatro toneladas diarias. Se había al final logrado crear todo un nuevo
horizonte azucarero en el sur de Tamaulipas, que hoy es uno solo, y bajo la
férula de la misma empresa, resultado de la política neoliberal, como en otra
entrega analizaremos.
ocherrera@uat.edu.mx
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